Mi biografía tiene peculiaridades que han influido en
mi vida y que, en cierto modo, se ven reflejadas en la novela. Desde
el nacimiento sufrí una grave enfermedad de corazón, la tetralogía
de Fallop, que limitaba muchísimo mis capacidades de movimiento,
apenas podía recorrer el pasillo de mi casa. Esta circunstancia me
obligó a permanecer solo y aislado toda la infancia, prácticamente
los únicos contactos de mi edad eran mis hermanos, jamás pude
acudir a un colegio, tener unos compañeros y aprender los rudimentos
de las relaciones sociales. Los médicos suponían que no podía
durar muchos años, no merecía la pena el que me relacionara, no me
iba a hacer falta nunca. Como es natural, echaba de menos poder
moverme y estar con otros niños, pero no era infeliz del todo,
generé mis aficiones, encontré un gran refugio en la lectura, en la
fantasía y me tenían entre algodones, estaba hiperprotegido. Fue en
aquella época cuando inicié la costumbre de escribir mis
pensamientos e ideas, algo que se prolongaría hasta cerca de los 30
años.
Pero lo que tiene la vida, yo aguantaba más de lo
previsto, me negaba a morir, y, por otra parte, lejos de allí, la
Ciencia seguía sus pasos, realizaba sus avances, cada vez los
cirujanos eran más osados y terminaron por encontrar la solución,
la operación, a mi defecto. Este hecho dio un vuelco radical a mi
vida, se hizo el milagro sin ir a Lourdes, llegó la hora y la viví
talmente como alguien que entrega graciosamente su vida y se enfrenta
a su muerte, para que su otro yo (el
que iba a nacer, la vida que surgía de su propia muerte)-
heredara todos los sueños y proyectos acumulados durante los años
de reclusión.
Recuerdo perfectamente mi primera salida de la clínica,
la sensación de poder caminar y caminar sin caer rendido a los pocos
metros, era el claustro del Monasterio de Sant Cugat, no podía dejar
de andar y dar una y otra vuelta, era como una droga, algo que
posteriormente haría para atenuar tanto la ansiedad como la
depresión.
Pero no me imaginaba lo dura que iba a ser mi entrada en
la realidad, parecía algo inocente, pero entrar a saco en la
adolescencia sin haber experimentado la infancia y la
pre-adolescencia era más complejo de lo que cabía esperar, me
sentía fuera de lugar, no sabía cómo comportarme, cómo tratar a
los demás, no podía evitar sentirme un bicho raro. La necesidad de
evadirme de aquellas circunstancias acuciantes, ocasionó que me
refugiara en fantasías, en ensoñaciones. Soñaba despierto que era
un extraterrestre, que era un «elegido», un viajero del tiempo...
que de un momento a otro se iba a producir en mí una transformación,
que me iba a hacer un ser extraordinario, alguien admirado por todos.
Y todo esto lo dejaba reflejado en mis escritos.
Uno de los aspectos más duros fue mi relación con las
mujeres, no sabía que hacer, desconocía totalmente los rudimentos
de la seducción, estaba desarmado, actuaba con absoluta torpeza, con
exceso de timidez, con una fuerte pátina de moralina fruto de mi
educación católica, llegaba a tal punto mi respeto que terminaba
siendo un tonto. Mucho peor, mucho más doloroso, fue cuando el Amor
surgió sin haber superado este estado de papanatismo; el llevarlo a
buen fin era una auténtica quimera, algo imposible de alcanzar, algo
que me llevó a la desesperación, a plantearme el saltar sobre la
vía del tren, el huir frecuentemente a desahogarme a la montaña
(por la que siempre he sentido una gran fascinación) el no
importarme el ridículo... y el imaginar, reflejar en mis escritos,
mis situaciones en las que se producían milagros que me destacaba.
Hace un par de años, durante el verano, me dediqué a
recopilar, ordenar y publicar en libros las fotografías de aquella
época de pandillas, lo cual me trajo recuerdos de aquel tiempo. Como
suele ocurrir cuando te has ido lejos y no has cerrado con el día a
día tus relaciones e imágenes, estas permanecían en la memoria con
absoluta viveza, como si no hubiera pasado el tiempo, como si todo
siguiera en su sitio, como si aquellas amistades siguieran teniendo
ventipocos años. A las imágenes que me proporcionaban las
fotografías se unieron las fantasías, los sentimientos y las
sensaciones que me proporcionaron la re-lectura de esos cientos de
hojas escritas en otra época.
Mis circunstancias actuales, la enfermedad, la soledad,
el aislamiento, la falta de afectividad... representan una especie de
regreso a ese primer mundo, a ese primer César, encerrado en casa,
entre sus libros, esperando su fin... La vida se cierra como una
cinta de papel, los dos lados se funden en una sola cara, mires hacia
donde mires la meta parece la misma... la historia terminaba por
cerrarse en una cinta de Moebius.
No sé el motivo, pero me propuse dar forma de historia
a todo ese contenido. Por necesidad tenía que ser una historia de
amor, una historia de adolescencia y, por tanto, una historia
contradictoria, de lucha, de búsquedas, de cambios, de confusión,
de miedos, de pasiones... Una historia que reflejara esas
sensaciones, casi siempre encontradas, que ponían de manifiesto las
inquietudes de aquel joven.
No es una historia de Ciencia Ficción aunque contenga
saltos en el tiempo, mundos fantásticos y aparatos extraños; no es
una novela de misterio, aunque hay elementos inexplicables,
personajes inquietantes... Es sencillamente una novela rosa, una
historia de amor, desarrollada por una mente trastocada, en ocasiones
febril, una historia común donde se va colando, filtrando
osmóticamente, el mundo de la fantasía.
No he pretendido que fuera aséptica, ni políticamente
correcta, no me puedo esconder de mi necesidad de discurso
ideológico, he pretendido que fuera digna hija de su padre, que
comunicara mi forma de ver la vida y el mundo, por tanto, apuesta por
el individuo, por la importancia de enfrentarse a los
convencionalismos, procura incitar la búsqueda de la libertad, el
crearse el propio criterio, el negarse a vivir la vida que otros nos
diseñan, el apostar por un paradigma ético en que lo «bueno» es
aquello que da «gozo», «placer», a nosotros y a los demás, y que
«malo» es aquello que produce «dolor», «sufrimiento» a nosotros
y a los que nos rodean. Me gustaría que, en cierto modo, esta
historia contuviera, como se dice en su texto, esporas de libertad.
Sé que muchos reconocerán los lugares donde se
desarrolla, algunos de los hechos y algunas de las actitudes, no he
pretendido ocultarlos a los ojos de aquellos «iniciados» que me
conocieron, he querido ser trasparente.
Lo que nadie debe buscar son personajes reales, no hay
ninguno puro, cada uno es la mezcla de varias personas que se han
cruzado conmigo a lo largo de la vida, y les he añadido mi fantasía
haciéndoles decir y hacer lo que yo quería.
Tan solo he empleado nombres reales en algunos
personajes secundarios. En cualquier caso es justo reconocer la
contribución de todos aquellos que han compartido cachitos de su
vida conmigo, me han mostrado lo variadas que podían ser las
personas y las muchas formas de pensar que uno se puede encontrar.
Gracias por dejarme vivir en vuestra vida. Una mención especial se
la debo a mi hija, personificación de mi único éxito en mi
proyecto vital, espero que algún día lea este libro y sirva para
acercarle un poco a quién fue su padre y que comprenda mis actitudes
y que ella también es parte de estos personajes.
La novela me ha animado a regresar a aquellos lugares, a
reencontrarme con algunos de aquellos y me ha servido para ver que
aquel camino ahora es carretera, que aquella carretera es ahora una
autovía, que el puente ha desaparecido, que ya no hay vía, que
aquella casa se ha hundido, que aquel desconchón esta enlucido, que
aquel nogal ya no da sombra, que aquellas huertas están llenas de
adosados, que aquellos rostros soñados, llenos de belleza, han
perdido su lozanía y las arrugas se han adueñado de ellos, que
aquella melena se ha ido para dejar a la vista el cuero cabelludo,
que aquel pelo azabache luce hoy blanco... Que la vida ha seguido
para todo y para todos, que aquello y aquellos ya no existen. En
cierto modo me ha servido de autoexorcismo.
Originalmente contenía medio centenar de citas
explicando el entorno histórico donde se desarrolla la segunda
parte, pero finalmente he decidido suprimirlas, como acertadamente me
dijeron, distraían la historia principal, si queréis saber más
sobre todo eso, tan solo tenéis que consultar los nombres en
internet.
Aquí tenéis mi novela, no tiene grandes pretensiones,
incluso pienso que es una auténtica osadía el ponerla en papel,
pero es un capricho, quiero qué esté al alcance del que le pueda
interesar.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.
¡Hermoso escrito! Ya quiero leerlo :)
ResponderEliminarVaya… ahora entiendo. Gracias por compartir tu novela conmigo.
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